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lunes, 20 de agosto de 2012

Un solo orden mundial o multi-polaridad: dos concepciones geopolíticas en un mundo cada vez más complejo.

El proyecto de Nuevo Orden Mundial tropieza con las realidades geopolíticas


 Hace cuatro siglos que los líderes políticos vienen tratando de crear un orden internacional capaz de regir las relaciones entre las naciones y de evitar las guerras. Aunque el principio de la soberanía de los Estados arrojó resultados, las organizaciones intergubernamentales han reflejado esencialmente la correlación de fuerzas correspondiente a cada momento. En cuanto al ambicioso proyecto estadounidense de Nuevo Orden Mundial, el hecho es que está estrellándose contra las nuevas realidades geopolíticas.

 Si bien la expresión «orden mundial» es de reciente aparición en el discurso político, la idea misma de instaurar un orden mundial, o internacional, data ya del siglo XVII y fue tema de discusión cada vez que se presentaba una posibilidad de organizar la paz y de darle un carácter permanente.

Maximilien de Bethune, Duque de Sully (1559-1641) 
y el castillo de Chateau-de-Sully-sur-Loira en la 
actualidad en Francia.
 Ya en 1603, el rey francés Enrique IV daba a su ministro, el duque de Sully, la tarea de elaborar un primer proyecto. El objetivo era la constitución de una república cristiana que incluyera a todos los pueblos de Europa. Dicha república debía garantizar la preservación de las nacionalidades y cultos y encargarse de resolver los problemas entre esos componentes.

 Aquel Gran Empeño incluía una redefinición de las fronteras de los Estados como medio de equilibrar el poderío de los mismos y la creación de una Confederación Europea de 15 miembros, con un Consejo supranacional que debía disponer de poder de arbitraje y de un ejército capaz de garantizar la defensa de la Confederación contra los turcos.


 El asesinato de Enrique IV interrumpió aquel sueño, que no resurgió ya hasta el final de las guerras desatadas por Luis XIV. El abate Saint-Pierre dio a conocer por entonces su Projet pour rendre la paix perpétuelle entre les souverains chrétiens [En español, “Proyecto para perpetuar la paz entre los soberanos cristianos”. Nota del Traductor.].

 Aquel plan, que fue presentado al Congreso de Utrecht (en 1713), consistía en adoptar íntegramente todas las decisiones tomadas en aquel encuentro como base definitiva para el trazado de las fronteras entre los países beligerantes y en la creación de una liga de las naciones europeas (una federación internacional) que se encargaría de prevenir los conflictos.

 Independientemente de la mencionada utopía, lo más importante de aquella época fue, por supuesto, los Tratados que hicieron posible la Paz de Westfalia, firmados en 1648, al cabo de una guerra de 30 años, guerra que se libró bajo estandartes religiosos, dando lugar a una gran acumulación de odio, y en la que pereció el 40% de la población.

 Las negociaciones se prologaron durante 4 años (de 1644 a 1648) y finalmente concretaron una igualdad entre todas las partes beligerantes, ya fuesen católicos o protestantes, monárquicos o republicanos.

 Los Tratados de Westfalia establecieron 4 principios fundamentales:

Firma de uno de los Tratados de Westfalia.
 1. La soberanía absoluta del Estado-Nación y el derecho fundamental a la autodeterminación política.
 2. La igualdad entre los Estados-Naciones en el plano jurídico. En virtud de ese principio, el más pequeño de los Estados se considera igual al más grande, independientemente de su fuerza o su debilidad, de su riqueza o su pobreza.
 3. El respeto de los tratados y la aparición de un derecho internacional de obligatorio cumplimiento [O sea vinculante. NdT.].
 4. La no injerencia en los asuntos internos de los demás Estados.

 Cierto es que esos principios generales no garantizan una soberanía absoluta, que en realidad nunca ha existido. En todo caso, se trataba de principios que deslegitimaban todo acto susceptible de abolir dicha soberanía.

 Todos los filósofos vinculados a la política respaldaron esos proyectos. Rousseau exhortó vehementemente a la formación de un Estado único de carácter contractual que debía reunir a todos los países de Europa. En 1875, Kant publicó Para la paz perpetua. La paz es para Kant una construcción jurídica que exige el establecimiento de una ley general aplicable a todos los Estados. El utilitarista inglés Bentham condenó la diplomacia secreta por tratarse de un procedimiento que se separa del derecho. También llamó a la creación de una opinión pública internacional capaz de obligar a los gobiernos a someterse a las resoluciones internacionales y al arbitraje.

Clemente-Wenceslao de 
Metternich (1773-1859)
 La idea de un orden internacional fue progresando constantemente, basada siempre en las reglas de la soberanía consagradas en los Tratados de Westfalia. Dio lugar al surgimiento de la Santa Alianza, propuesta en 1815 por el Zar Alejandro I, y al proyecto de Concertación europea que propuso, ya en el siglo XIX, el canciller austriaco Metternich como medio de prevenir «la revolución» que en el lenguaje racional político no significa otra cosa que el caos.

 Fue a partir de aquel momento que los Estados comenzaron a celebrar cumbres para dirimir problemas sin recurrir a la guerra, privilegiando el arbitraje y la diplomacia.

 Fue con ese objetivo que se fundó la Sociedad de Naciones (SDN), al término de la Primera Guerra Mundial. Pero la SDN no fue más que la expresión de la correlación de fuerzas de aquel momento, al servicio de las potencias que habían salido victoriosas de aquella guerra. Sus valores morales eran por lo tanto muy relativos. Fue así como, a pesar de que su supuesto objetivo era resolver los diferendos entre naciones a través del arbitraje y sin recurrir a la guerra, la SDN se declaró competente para supervisar política, económica y administrativamente a los pueblos subdesarrollados o colonizados hasta que estos últimos lograran su autodeterminación, lo cual condujo naturalmente a la legitimación de los mandatos. Al adoptar esa posición, la Sociedad de Naciones encarnó la realidad colonialista.

 El carácter artificial de aquella organización quedó demostrado cuando fue incapaz de enfrentar graves acontecimientos internacionales, como la conquista de Manchuria por parte de Japón, la conquista de Abisinia (la actual Etiopía) por parte de Italia y la anexión de la isla griega de Corfú, también por parte de Italia.

La Sociedad de Naciones durante una
reunión en Ginebra.
 Aunque el presidente estadounidense Woodrow Wilson había promovido la idea de León Bourgeois que dio lugar al nacimiento de la SDN, Washington nunca fue miembro de esa organización. Ante las acusaciones de las demás naciones, Japón y Alemania se retiraron de ella, lo cual privó a la SDN de todo valor real.

 La ONU, sucesora de la SDN, fue por su parte el reflejo de la Carta del Atlántico, firmada por Estados Unidos y Gran Bretaña el 4 de agosto de 1941, y de la declaración de Moscú, adoptada por los Aliados el 30 de octubre de 1943, anunciando la creación de «una organización general basada en el principio de la igualdad de todos los Estados pacíficos en materia de soberanía». El proyecto se desarrolló durante la Conferencia de Dumbarton Oaks, celebrada en Washington desde el 21 de agosto hasta el 7 de octubre de 1944.

 Los principios de la Carta del Atlántico fueron a su vez aprobados en la Conferencia de Yalta (del 4 al 12 de febrero de 1945), antes de su consagración final en la Conferencia de San Francisco (los días 25 y 26 de junio de 1945).

 La ideología mundialista se vio entonces encarnada en la ONU, organización que, desde su creación, ha pretendido establecer un sistema de seguridad colectiva para todos, incluyendo a los Estados que no pertenecen a ella. En realidad, la ONU no es una sociedad contractual entre iguales –como tampoco lo fue la SDN– sino el reflejo de la correlación de fuerzas del momento, a favor de los vencedores del momento.

Consejo de seguridad de la ONU.
 Aún así, el mundo entero se sometió a aquella voluntad. Esta organización, supuestamente mundial, no era en la práctica otra cosa que la expresión de la voluntad de dominación de las potencias victoriosas, en detrimento de la voluntad –ignorada– de los pueblos.

 Esta realidad geopolítica se confirmó en el momento de la creación del Consejo de Seguridad de la ONU al que pertenecen, con la categoría de miembros permanentes, las cinco grandes potencias (las potencias vencedoras) y otros miembros no permanentes electos en función de criterios geográficos, que implican una subrepresentación de África y Asia.

 La ineficacia de ese sistema se hizo patente durante la guerra fría. El conflicto entre las dos grandes potencias afectó a las pequeñas, que tuvieron que soportar todas las consecuencias de dicho conflicto, tanto en el plano local como a escala regional.

 Esta estructuración de los papeles de las partes se reflejaba abiertamente en el funcionamiento de la ONU, tanto en lo tocante a los pedidos de adhesión como en el tratamiento de los conflictos, como pudo comprobarse en los casos de Palestina y de Corea, en la nacionalización del petróleo iraní, en la crisis del canal de Suez, en las ocupaciones israelíes, en Líbano, etc.

El lema "Novus Ordo Seclorum" 
("Nuevo Orden de los Siglos")
 aparece también en el reverso del 
Gran Sello de los Estados Unidos, 
e igualmente se encuentra inscrito 
en el reverso de los billetes de dólar 
estadounidenses.
 Al crearse la ONU se proclamó «la fe en los derechos fundamentales del hombre, en la dignidad y el valor de la persona humana, en la igualdad de derechos de hombres y mujeres y de las naciones grandes y pequeñas a crear condiciones bajo las cuales puedan mantenerse la justicia y el respeto a las obligaciones emanadas de los tratados y de otras fuentes del derecho internacional». Pero el sistema del veto ha privado a las demás naciones del derecho a ser actores en condiciones de igualdad.

 En definitiva, las instituciones internacionales han sido siempre un reflejo del equilibrio entre las potencias, lo cual está muy lejos de toda idea de justicia en el sentido filosófico o moral.

 El Consejo de Seguridad de la ONU es en realidad un directorio mundial (continuador del que había instalado Matternich), que reserva exclusivamente a los Aliados, vencedores en la Segunda Guerra Mundial, la posibilidad de imponer resoluciones, en vez de poner ese derecho en manos de quienes trabajan a favor de la paz (votar en la encuesta sobre este tema más arriba en el blog)

 Después de la desaparición de la Unión Soviética era crucial haber cambiado el sistema internacional.


Autor: Imad Fawzi Shueibi.


Fuente. Red Voltaire.

Un personaje de la gesta latinoamericana: Hipólito Bouchard, el corsario argentino con acento francés.

La odisea de “La Argentina” por el mundo


 Es un consuelo, al repasar la desgraciada historia argentina, pródiga en traidores, corruptos, incompetentes y malvados, encontrarse con este francés iracundo que anduvo por los siete mares liberando esclavos, soñó con rescatar a Napoleón de su forzado exilio en Santa Elena y fue amo y señor de California por cinco días, amparado en el pabellón celeste y blanco. Una historia apasionante, que nada tiene que envidiarles a las hazañas de Sandokán, el Corsario Rojo, Jack Aubrey o el Capitán Blood. ¡Al abordaje!

EL PARTO DE UNA REVOLUCIÓN

 Los primeros meses de los gobiernos revolucionarios de Buenos Aires fueron muy difíciles. Sólo en el frente marítimo, debían enfrentar a la poderosa flota que controlaba el Río de la Plata desde Montevideo (de hecho, Buenos Aires fue bloqueada y bombardeada en 1811). La primera e improvisada armada patria, confiada al mando del navegante maltés Juan Bautista Azopardo, había sido destrozada en San Nicolás a principios de ese año. El propio jefe fue hecho prisionero, y pasó los siguientes diez años en una prisión española.

 La inexistencia de una marina, y el proyecto de expedición de reconquista de Fernando VII decidieron a los rebeldes rioplatenses a otorgar patentes de corso a aventureros de variadas nacionalidades. La expedición antedicha terminaría invadiendo Venezuela y Nueva Granada, pero igual se siguió adelante con la idea.

¿QUÉ ES UNA PATENTE DE CORSO?

 El corso era considerado entonces una legítima manera de guerrear (1). Con algo de cinismo, podría decirse que permitía que la iniciativa privada participara en una guerra, asociada a un Estado beligerante. Los ingleses lo emplearon por siglos contra sus enemigos, en especial España, y los norteamericanos le dieron a la Pérfida Albión un poco de su propia medicina durante la guerra de 1812-1814. Al terminar este conflicto, muchos corsarios con base en Baltimore continuaron en el negocio gracias a las patentes de una nación en la que no habían estado ni estarían jamás: las Provincias Unidas del Río de la Plata.

 La patente de corso era un contrato por el cual un Estado otorgaba a un particular el derecho de atacar, apresar, saquear o destruir todo buque que enarbolara una bandera enemiga, a cambio de permitirle quedarse con una cierta parte del botín obtenido. A veces el Estado emisor de la patente aportaba la nave, o al menos pertrechos, víveres y una parte de la tripulación; el corsario (o su armador) debía cargar con el resto de los gastos. La campaña no solía durar más de un año, al cabo del cual se debían devolver al gobierno los bienes confiados, así como entregar las municiones y armas obtenidas en las capturas en el mar.

 En caso de naufragio, el corsario quedaba exento de todo reintegro. Debía llevar un registro de lo sucedido en la campaña, así como debía izar, en el momento del ataque, la bandera del estado emisor de la patente.

 El corso hispanoamericano se inició en 1814, el año en que por fin se terminó con el peligro que representaba Montevideo. Alcanzó su apogeo alrededor de 1818 y finalizó en 1823. Las naves bajo pabellón argentino realizaron las acciones más importantes. Las principales zonas de actuación fueron el Atlántico Sur y el Caribe, donde actuaron unos 60 corsarios, pero también hubo ataques en el Océano Pacífico y hasta en el Mar Mediterráneo. En el apogeo del corso, la ciudad de Cádiz estuvo a punto de ser bloqueada por naves hispanoamericanas.

 Desde la Banda Oriental operaban más de 30 corsarios con patentes otorgadas por Artigas, quienes capturaron naves españolas y, tras la invasión de 1816, portuguesas. En el Caribe actuaron naves de la Gran Colombia y de México en combinación con los corsarios argentinos, siendo su base de operaciones la isla Margarita. Los corsarios chilenos, armados luego de la independencia de su país con apoyo de marinos argentinos y británicos, hicieron varias presas del comercio realista con base en Lima entre 1818 y 1820.

Las consecuencias más importantes del corso fueron las pérdidas y el estancamiento comercial que causaron al comercio español: sólo los corsarios de Buenos Aires capturaron unas 150 presas.

Entre los más destacados figuran el irlandés Guillermo Brown (el creador de la armada argentina), el norteamericano David Jewitt (quien entre otras acciones destacadas tomó posesión de las Islas Malvinas en nombre del gobierno de Buenos Aires en 1820) y el protagonista principal de esta historia.

HIPPOLYTE BOUCHARD

 André Paul Bouchard nació el 15 de enero de 1780 en Bormes (2) una localidad francesa cercana a Saint Tropez. Era hijo de André Louis Bouchard, posadero y luego próspero fabricante de tapones de corcho, y de Thérese Brunet.

 André era un "niño inquieto y travieso", al que le gustaba conversar con las gentes del mar y quería ir a la guerra. Bartolomé Mitre describe al Hipólito Bouchard adulto como de tez morena, cabello oscuro y ojos negros rasgados, penetrantes y duros, que "despedían fuego".

 Luego que Thérese enviudara, se volvió a casar y su nuevo esposo dilapidó su pequeña fortuna. André (que en fecha desconocida se cambió su nombre a Hippolyte, Hipólito) por poco arroja a su padrastro por la ventana.

Hipolito Bouchard
 En 1798 Hipólito se fue de su casa y se enroló en la armada francesa. Sirvió en las desventuradas campañas de Egipto y Santo Domingo y se desilusionó con el curso de la Revolución Francesa, y terminó emigrando al Río de la Plata en 1809. Bouchard pronto comenzó a sentir simpatía por las ideas expresadas por el sector más radical de la Junta de Mayo, liderado por Mariano Moreno, y puso sus conocimientos navales a disposición de la Revolución.

 Cuando el gobierno patriota enfrentó las primeras hostilidades en el Río de la Plata, Bouchard sirvió como segundo de Azopardo en la primera escuadrilla argentina, comandando el bergantín "25 de Mayo". Tras la derrota de San Nicolás, el 2 de marzo de 1811, fue injustamente acusado de cobardía e irresolución. Sustanciado un proceso, terminó absuelto, reconociéndose que cumplió con su deber hasta que se vio desamparado por su tripulación, que entró en pánico en pleno combate.

 En el invierno de 1811, desde una lancha cañonera, Bouchard enfrentó a las naves que el virrey Elío envío para bombardear Buenos Aires. Durante el año siguiente peleó en el Paraná, al mando de una balandra (el "Bote de Bouchard") persiguiendo a las naves enemigas.

 En marzo de 1812 ingresó a un cuerpo con la organización y disciplina propia del ejército napoleónico: el flamante Regimiento de Granaderos a Caballo de San Martín. Como alférez, Hipólito Bouchard participó en la batalla de San Lorenzo, el 3 de febrero de 1813, jornada en la que no pasó desapercibido: tomó "una bandera que pongo en manos de V.E. y la arrancó con la vida al abanderado el valiente oficial D. Hipólito Bouchard", en las propias palabras del Libertador. Bouchard siempre luciría con orgullo el aro en la oreja, símbolo de los granaderos.

 Acompañó a San Martín a reforzar el Ejército del Norte, hasta entonces comandado por Manuel Belgrano. Luego fue al ejército de la Banda Oriental y, tras obtener licencia para volver a Buenos Aires, se le dio el mando de la fragata "María Josefa".

El libertador
General José de San Martín
 En 1813 se casó con Norberta Merlo, hermana de su amigo Ramón e hija de un ex oficial español que se había batido, ocho años antes, en Trafalgar. El matrimonio fue conveniente a los fines de ascender en la escala social, emparentándose con una familia rioplatense.

Para entonces, Bouchard hablaba un particular híbrido de español de Buenos Aires y francés de Provenza. Se reconocía su entrega incansable, a la vez que su temperamento exaltado: no era extraño verlo pegando planazos con su sable a sus subordinados más indisciplinados.

LA GUERRA DE CORSO EN EL OCÉANO PACÍFICO

 En septiembre de 1815, el Director Supremo Ignacio Álvarez Thomas le otorgó la patente de corso a Bouchard, en una expedición financiada por Vicente Anastasio Echevarría.

 Echevarría era un abogado rosarino de dilatada vida pública. Sus padres habían soñado que fuera sacerdote, destino que se encargó de cambiar cuando decidió estudiar leyes y se casó con su prima, provocando un escándalo que llegó hasta los tribunales. Combatiente en las Invasiones Inglesas, dueño de una fortuna importante, estuvo desde el principio de la Revolución, tras bambalinas, cerrando acuerdos y financiando a los ejércitos patriotas. Echevarría sería un hombre providencial para Hipólito Bouchard, quien sabía ganarse enemigos con suma facilidad.

 Dos naves corsarias pusieron proa al Cabo de Hornos para actuar en el Océano Pacífico. Una tormenta hundió el barco comandado por Oliverio Russell; Bouchard logró salvar el suyo, la corbeta "Halcón", y rodear el Cabo, pese a la oposición de sus oficiales, que querían volverse y llevaron su insubordinación al borde del motín.

 A fines de 1815, en la Isla de la Mocha, Bouchard se reunió con Guillermo Brown para coordinar acciones conjuntas. Fue un encuentro de temperamentos opuestos, que se proyectaban a las tripulaciones: profesionales, respetuosos del orden y de su capitán, en el buque del irlandés; indisciplinados y fuertemente enfrentados con el mando, en la nave del francés.

El Almirante
Guillermo Brown
 En la reunión acordaron que Brown sería el comandante general de la expedición. Bouchard debió aceptar, pero no estaba de acuerdo con los desmesurados planes del irlandés, que decidió el bloqueo nada menos que de la fortaleza española de El Callao.

 Los tres barcos de la pequeña flota corsaria (la fragata "Hércules", el bergantín "Santísima Trinidad" y la corbeta "Halcón") hostigaron las líneas de comunicación realistas. Entre otras hazañas, hundieron la fragata "Fuente Hermosa" y capturaron una nave similar, la "Consecuencia", el 28 de enero de 1816. Ese barco sería luego rebautizado con el nombre de "La Argentina", el buque que daría la vuelta al mundo al mando de Bouchard.

 En un ataque a Guayaquil, Guillermo Brown fue capturado por las fuerzas españolas. Bouchard y el hermano de Brown, Miguel, negociaron un canje para recuperar al prisionero, a cambio de ceder gran parte del botín obtenido.

 Poco después, Bouchard informó a Brown que su barco hacia agua y que volvería a Buenos Aires. Negociaron el reparto de bienes; a Bouchard le tocó en suerte la "Consecuencia", por la que cedió la "Halcón", y mantuvo otra nave muy deteriorada, la "Carmen" o "Andaluz", para la que tenía otros planes: se la dejó a los oficiales que habían intentado insubordinarse ...

COMIENZO DE LA VUELTA AL MUNDO

 "El capitán, a cuya dirección iba fiada 'La Argentina' y su fortuna, reunía en sí, física y moralmente, las cualidades y defectos de un héroe aventurero". Bartolomé Mitre, "El crucero de La Argentina. 1817-1818"

 A mediados de 1816, Hipólito Bouchard desembarcó en Buenos Aires y se encomendó a los preparativos de una nueva expedición corsaria, patrocinada otra vez por Vicente Echevarría.

 Se hizo de los pocos recursos que el gobierno podía darle (sables de caballería, para una operación en el mar...) y preparo su tripulación, en la que se destacaba un joven criollo que participó en su anterior viaje, Tomás Espora, a quien esperaba un glorioso futuro en la marina argentina.

 El primer inconveniente que debió afrontar la expedición ocurrió cuando todavía no había partido y casi termina con la aventura antes de empezar. En la noche del 25 de junio de 1817, una discusión a bordo del buque terminó en una pelea que debió ser reprimida por la infantería de marina, con el saldo de dos muertos y cuatro heridos graves. El Director Supremo Juan Martín de Pueyrredón suspendió la partida de "La Argentina" y ordenó una investigación sobre las causas del motín. Nuevamente, la muñeca política de Echevarría destrabó el conflicto. Dos días después de los incidentes, la expedición por fin pudo zarpar.

 "La Argentina" enfiló hacia África. En medio del mar se debió sofocar un incendio intencional, que casi termina con la fragata. Para empeorar la situación, las diferencias entre los expertos marinos extranjeros (principalmente británicos) y los criollos, para nada habituados a la dura vida del mar, amenazaban ahondarse con la tensión de los días en el océano.

 Cruzar el Atlántico les llevó poco más de dos meses. El 4 de setiembre de 1817, "La Argentina" atracó en el puerto de Tamatave, en la costa oriental de Madagascar. Allí inspeccionó cuatro barcos (tres ingleses y uno francés), ejerciendo el derecho de visita que Gran Bretaña y Estados Unidos aplicaban en África desde 1812. Bouchard comprobó que se trataba de barcos negreros, y entonces liberó a los esclavos y requisó los víveres. Cinco marineros de la goleta negrera francesa pidieron alistarse en "La Argentina", al conocer que su capitán era francés y luchaba por la libertad. En cuanto llegó la corbeta de guerra británica "Comway", Bouchard puso a su capitán al tanto de lo obrado y lo dejó al mando de las tareas de vigilancia.

 "La Argentina" entonces puso proa a Oriente en busca de navíos enemigos. Nuevamente debió afrontar fuertes tempestades, y durante la travesía del Océano Índico buena parte de la tripulación enfermó de escorbuto. Los alimentos empezaron a escasear: sólo quedaban galletas, demasiado duras para ser masticadas por los enfermos, que debían mojarlas para poder comerlas. No había día que no arrojaran un muerto al agua. El 18 de octubre, el capitán de un buque norteamericano les informó que hacía más de tres años que las naves españolas de la Compañía de Filipinas no traficaban en los puertos de la India. Hipólito Bouchard supo que debía llegar a dichas islas si quería encontrar españoles.

 El 7 de noviembre, con una tripulación diezmada, "La Argentina" fondeó en la isla Nueva de la Cabeza de Java. Desembarcaron a los enfermos y armaron tiendas de campaña. Tras unos días, fray Bernardo de Copacabana, sacerdote betlemita que hacía de médico a bordo, decidió probar con un singular método para recuperar a los enfermos: los enterró hasta el cuello en la arena. En palabras del propio Hipólito Bouchard: "el que era pasado totalmente del escorbuto murió al cabo de una hora desde que se hallaba en la tierra y los demás consiguieron mejorarse. Esta operación se repitió muchas veces hasta que los pobres podían servirse de sus miembros".

Itinerario seguido por la fragata "La Argentina" en su expedición de corso
al mando de Bouchard - 1817-1819.

 Al mediodía del 7 de diciembre fueron atacados por piratas malayos, famosos por su crueldad. Bouchard no tenía artilleros sanos para emplear sus cañones, y entonces ordenó a sus hombres enfrentar el peligro con fusiles y armas blancas. El fuego nutrido impidió el abordaje de los piratas, cuyo comandante, al verse derrotado, se clavó dos puñaladas en el pecho y se arrojó al mar. Cinco de sus oficiales lo imitaron.


 Bouchard ordenó la toma de la nave y la reducción de los piratas derrotados. Otras cuatro embarcaciones escaparon. Siguiendo los usos y costumbres del mar, Hipólito Bouchard convocó un consejo de guerra que juzgó a los prisioneros. Probados sus crímenes (entre ellos, el asesinato de toda la tripulación de un barco portugués que ya se había rendido), el consejo sentenció a muerte a los piratas, con excepción de algunos menores que fueron recibidos como grumetes.

 Los piratas malayos fueron devueltos a su nave, a la que se le aserraron sus palos. Luego, Bouchard ordenó el fuego. Los piratas desaparecieron bajo las aguas gritando: "¡Alá! ¡Alá!".

 Tras esta aventura, "La Argentina" soportó la calma de un mar sin vientos en el pasaje del estrecho de Macasar hacia el Mar de las Célebes. Luego enfiló hacia la isla de Luzón y, más allá, Manila, la joya del imperio español en Oriente, a la que pretendía bloquear.

 Durante dos meses "La Argentina" bloqueó Luzón, hundió dieciséis barcos, abordó otros dieciséis y apresó a cuatrocientos realistas. El bloqueo del comercio español causó en Manila una inflación del 200 % en dos meses. Hipólito Bouchard decidió luego ir a China, en busca de más navíos españoles.

 En el viaje a Cantón, "La Argentina" estuvo a punto de zozobrar por las fuertes tormentas que debió afrontar, con la consecuencia de que varios tripulantes convalecientes murieron. Como agravante, los víveres volvieron a escasear. Bouchard revió su plan y puso proa a las Islas Sandwich, las actuales Hawaii, para reaprovisionarse y recuperar a su tripulación.

 Uno de sus biógrafos (Julio Manrique, tripulante de "La Argentina") asegura que, en esos días, el corsario francés meditó atacar la isla británica de Santa Elena y liberar a su admirado Napoleón. La inconveniencia política del gesto y la presión de la tripulación para dirigirse a Hawaii le habrían hecho renunciar a esa aspiración. Manrique es el único de todos los cronistas que menciona la historia (hecho que, en mi opinión, no invalida su relato). Empero ¿quién sabe? tal vez sólo sea una más de las leyendas que rodean la vida de Hipólito Bouchard.

EN HAWAII

 El 18 de agosto de 1818, "La Argentina" fondeó en la bahía de Kealakehua, en una de las islas del archipiélago hawaiano. Hawaii era entonces un reino independiente, gobernado por Kamehameha I, un monarca benévolo y progresista, que había armado una pequeña flota con la que comunicaba las islas del reino y comerciaba con China. Se había rodeado de asesores europeos, que lo aconsejaban en su trato con las potenciales imperiales de la época.

 Hawaii también era una especie de paraíso mahometano: se caracterizaba por la desinhibición sexual de sus mujeres, bellas morenas de senos descubiertos, que siempre hicieron las delicias de los marinos que arribaron a sus tierras...

 Apenas llegó, Bouchard se encontró, atracada en el puerto, una nave que había sido comprada por el rey. Tras prudentes averiguaciones, Bouchard descubrió que era la corbeta argentina "Santa Rosa", o "Chacabuco", que se aprestaba a partir, también en afán corsario, cuando "La Argentina" dejó Buenos Aires. La tripulación de la "Santa Rosa" se había rebelado frente a la costa de Chile y, tras desembarcar a sus oficiales, peregrinó por el Pacífico hasta Hawaii. Los hombres se dispersaron por la isla, habían tomado mujer y estaban adaptados a las costumbres locales. Ante la falta de tripulación, el capitán le vendió el buque al rey Kamehameha y partió sin que se supiera más de su suerte.

 Entonces, una ley del mar, que se aplicaba estrictamente, establecía que cualquier capitán que encontrase marineros amotinados debía ejecutarlos sin dilación, para escarmiento y para evitar que el ejemplo cundiese. En esa época los oficiales eran pocos; la mayoría de la tripulación de cualquier barco estaba formada por levados, esclavos, condenados y capturados.

 Bouchard apresó a un grupo de hombres del "Santa Rosa" que estaban escapándose de las islas. Comprobó que la corbeta estaba totalmente desmantelada, varada en el puerto, y decidió efectuar el reclamo ante el propio monarca. Finalmente ambos llegaron a un acuerdo: el rey devolvía la nave, aportaría hombres a la tripulación de Bouchard (unos cien) y éste indemnizaría a la corona por los gastos de compra del buque.

 En las memorias de José Piris, integrante de la expedición de Bouchard, se afirma que Kamehameha firmó un Tratado de Comercio, Paz y Amistad con Hipólito Bouchard, en el que reconocía la independencia de las Provincias Unidas del Río de la Plata. De haber sido así, Hawaii sería el primer país no hispanoamericano en reconocer la independencia argentina, ya que recién en 1821 Portugal haría lo propio, un año antes que Brasil y Estados Unidos y cuatro antes que Gran Bretaña. Empero, ni en la bitácora de Hipólito Bouchard ni en ninguna otra fuente se asienta el reconocimiento de la independencia argentina, hecho de gran magnitud para faltar en la crónica de los hechos.

 Bouchard prosiguió la captura de los amotinados del "Santa Rosa" en Kaouai. En Oahu, la isla más grande y rica de Hawaii, cargaron provisiones y atraparon a los últimos amotinados que se habían escondido en los bosques (uno fue condenado a muerte y el resto a recibir azotes). Tras otorgar grados militares al rey Kamehameha y nombrar algunos cónsules, decisiones para las que no estaba facultado, Hipólito Bouchard partió hacia el este. Junto a "La Argentina" iba la nueva nave de la flota, la "Santa Rosa", al mando de Peter Corney, ex marino a quien Bouchard conoció en Hawaii, regenteando la taberna del pueblo.

YENDO A CALIFORNIA

 California era, en esos años, apenas un puñado de misiones franciscanas dispersas sobre la costa, donde religiosos y nativos vivían plácidamente. La capital era Monterrey. Se cultivaba trigo, alfalfa y frutales, y había una incipiente industria vitivinícola. Los vinos, junto a los cueros, el sebo y los manufacturados de los ovinos eran los principales artículos de exportación. Aislados por el desierto, su comunicación principal era marítima.

 El 20 de noviembre de 1818, los vigías de Monterrey vieron arribar a "La Argentina" y a la "Santa Rosa". De pronto, el viento cesó y la corbeta "Santa Rosa" quedó varada. El gobernador Solá había mandado instalar dos baterías en la playa para proteger el desembarcadero: en quince minutos, la corbeta fue acribillada y el puente argentino se llenó de muertos y heridos.

 Era la madrugada del 24 de noviembre, con los hombres rescatados del "Santa Rosa", Hipólito Bouchard desembarcó con 200 infantes y marineros, armados de fusiles o lanzas, además de algunos cañones. Las primeras respuestas de los guardias fueron repelidas. Los apenas 25 soldados españoles huyeron asustados.

 Uno de los guerreros hawaianos que integraban la tripulación arrió la bandera española y enarboló la enseña argentina. Desde esa noche, hasta el 29 de noviembre, California fue argentina.

 Como era esperada la presencia corsaria, el gobernador había ordenado la evacuación preventiva de mujeres y niños, además de los archivos y dinero de la Real Hacienda. Los esperados refuerzos de San Francisco y San José no intentaron recuperar la ciudad, sino que esperaron la ida de los argentinos.

 Las tripulaciones de "La Argentina" y de la "Santa Rosa" se dedicaron al saqueo. Los marinos hawaianos tenían predilección por... los vestidos de las mujeres que encontraron en las casas. El ganado que no podía llevarse, se mataba. Se incendió el fuerte, el cuartel de artilleros, la residencia del gobernador y las casas de los españoles, pero se respetaron tanto los templos como las propiedades de los criollos.

 Poco después atacaron el rancho El Refugio, la hacienda de los Ortega, contrabandistas conocidos de la zona, quienes habían colaborado con las autoridades coloniales contra los patriotas mexicanos. Se repitió el saqueo como en Monterrey (3).

Cinco países fueron los conquistadores
de California; el Imperio español (siglos XVII al XIX); 

Rusia (1812), Provincias unidas del Río de la Plata (1818);
México (1821) y EE.UU. (1848).

 Luego, los corsarios atacaron San Juan de Capistrano. Bouchard solicitó provisiones a cambio de no hostilizar la población, recibiendo como respuesta una bravuconada del prior. Una partida saqueó la misión, bien nutrida de licores, pero sin dinero ni tesoros, los que ya habían sido evacuados. El retorno de estos hombres a "La Argentina" fue un tanto errático, por su grado de ebriedad (4).

 La pequeña flota corsaria pasó de largo frente a San Diego y se refugió, para reparar los buques, en la bahía Vizcaíno (hoy Key Biscayne, de siempre grato recuerdo para el tenis argentino). Permanecieron en ese lugar hasta enero de 1819, cuando partieron hacia el sur, a rondar los puertos de San Blas y Acapulco. Ya en América Central, atacaron Sonsonete, en El Salvador, y el 2 de abril, el Realejo, en Nicaragua, uno de los centros más importantes del comercio y la marina colonial española, amén de principal astillero del Pacífico.

 Bouchard decidió atacar el puerto con dos lanchas armadas de cañones y botes tripulados por medio centenar de hombres. Entraron en el canal antes del amanecer, pero fueron descubiertos por el vigía al salir el sol. Pronto todas las fuerzas enemigas estuvieron listas para su llegada, formando una doble hilera de defensa, compuesta por un bergantín, un pequeño lugre y una goleta. Sin embargo, y con sus magros recursos, los corsarios igual capturaron el puerto.

 A la mañana siguiente, quemaron el bergantín y la goleta, insatisfechos por el pobre rescate ofrecido por sus dueños, e incorporaron el pequeño lugre y la nave "María Sofía" (anclada en el puerto) a la flota de Buenos Aires.

 La aventura de Hipólito Bouchard en el Pacífico Norte terminó tras el enfrentamiento con un bergantín que cañoneó a la "Santa Rosa", sembrando de muertos y heridos la cubierta. Sin "La Argentina" (dedicada a la tarea de vigilar las presas capturadas en Realejo) Bouchard se disponía a un duro ataque enemigo cuando, sorpresivamente, a poco de entrar en batalla, la nave agresora arrió la bandera hispana y alzó la chilena. Era una embarcación corsaria, capitaneada por un tal Coll, que se había enfrentado a la "Santa Rosa" creyéndola española. Indignado, Hipólito Bouchard pidió que le enviaran un cirujano para atender a los heridos. Como respuesta, Coll se marchó.

LA LIBERACIÓN DEL PERÚ

 Ante los daños de la "Santa Rosa" y, al tanto de que San Martín estaba por lanzar su campaña marítima contra el poder español en Perú, Bouchard decidió dar por finalizada la expedición y enfilar hacia Valparaíso. Cuando llegó al puerto, se encontró con desagradables sorpresas. Por orden del vicealmirante escocés Lord Cochrane (el "Lord filibustero" como lo llamaba San Martín) fueron arrestados, causados de piratería; el cargamento fue confiscado. Bouchard trató de resistir, pero la superioridad de sus adversarios hizo inútil cualquier defensa. Se rindió y quedó detenido.

 Se inició un tortuoso juicio, en el que su defensor fue Tomás Guido. San Martín, Sarratea, Echevarría, O'Higgins, apelaron en su favor. Dado los débiles cargos del expediente, surge la idea de que la codicia de Lord Cochrane fue el acicate para el despojo, como tiro por elevación a San Martín, con quien tenía una sorda lucha.

 Enfurecido ante la injusticia, el coronel Mariano Necochea, compañero de Bouchard en San Lorenzo, armó un piquete de sus granaderos y tomó "La Argentina", desoyendo las amenazas de las autoridades. La nave le fue reintegrada al capitán francés.

 Una vez liberado, Bouchard recorrió "La Argentina"y se encontró con que los cañones y velas habían sido retirados para equipar otras naves. No había ninguna embarcación menor, ni cabos, palos, vergas o timón. La bandera celeste y blanca, ennegrecida, yacía en un rincón de la cubierta. La bodega estaba vacía: todo lo ganado en la excursión en el Pacífico había sido saqueado.

 Echevarría había conseguido nuevas patentes de corso y planeaba llamar a Bouchard a Buenos Aires, para operar con sus flotas en el Litoral argentino, pero el marino tenía otros planes. Ni él, ni sus subordinados, pretendían perderse la campaña libertadora al Perú. En una carta a Echevarría, Bouchard le comunicó que había decidido participar en la expedición a la tierra de los incas, y le pidió que velara por las necesidades de su familia (su esposa y sus hijas Carmen y Fermina) y se comprometió a reintegrarle los gastos a su regreso. Echevarría se enfureció y se negó. La familia de Bouchard quedó librada a su suerte.

 Por los daños sufridos, tanto "La Argentina" como la "Santa Rosa" sólo hacían transportes de carga para los ejércitos libertadores, desembarcados en Perú en setiembre de 1820. Parecía el fin. Al poco tiempo, "La Argentina" fue desguazada y vendida como leña vieja. La "Santa Rosa" se incendiaría luego, en la revuelta del Callao de 1824.

 Sin recursos económicos, Hipólito Bouchard se presentó al general San Martín y le rogó que lo dejara regresar a Argentina. Pero el Libertador le pidió cinco meses más, tal vez pensando en darle el mando de la marina peruana tras la liberación (el 28 de julio de 1821, José de San Martín proclamó la independencia en Lima).

 Cuando Cochrane se apoderó de los caudales limeños depositados en sus buques de guerra, con el pretexto de cobrar haberes adeudados, San Martín organizó la marina de guerra peruana y le dio a Bouchard el mando de la fragata "Prueba", la nave más importante de la flota. Lord Cochrane temió el enfrentamiento con el héroe francoargentino y dio marcha atrás.

EL FINAL, LEJOS DEL MAR

 Hasta 1828 Hipólito Bouchard siguió al servicio de la marina peruana. Entonces se retiró y se estableció en las haciendas de San Javier y San José de Nazca, adjudicadas como recompensa por el Congreso peruano. Bouchard fundó un gran ingenio azucarero, al que llamó "La Buena Suerte". Entonces, las Provincias ya no más Unidas se desangraban en la guerra civil. El héroe de antaño nunca volvió a ver a su esposa ni a sus hijas, y se volvió cada vez más hosco. Su cólera explotaba a cada momento y se descargaba violentamente, justo él, el libertador de esclavos, contra los peones de sus haciendas.

 En el anochecer del 4 de enero de 1837 golpeó a un sirviente, pero esta vez, hubo violentas protestas. Hipólito Bouchard tomó un pistolón y su viejo sable de abordaje, pero fue tarde. Los sirvientes lo mataron a puñaladas.

 Sus restos estuvieron perdido por más de 120 años, hasta que en junio de 1962 fueron encontrados en una cripta olvidada de una parroquia en Nazca, Perú. El 6 de julio de ese año, los restos fueron exhumados por una comisión conjunta de las marinas argentina y peruana y repatriados a Buenos Aires, a bordo de un crucero llamado "La Argentina". Hoy reposan en el Panteón de Buenos Aires.

FUENTES:

Libros:

La mejor fuente posible, un siglo y pico después, sigue siendo la obra de Bartolomé Mitre, "El crucero de la Argentina 1817-1819", incluida en "Páginas de Historia", que se puede descargar gratis (en formato .pdf, 757 Kb) de http://www.e-libro.net/E-libro-viejo/libros_gratis.htm.

"El Águila Guerrera". Pacho O'Donnell, Editorial Sudamericana, 1998.

"Corsarios argentinos". Miguel Angel de Marco, Editorial Planeta, 2002.

Artículos:

"Cuando Hawaii tuvo bandera argentina". Conrado Etchebarne Bullrich. La Nación, Suplemento Enfoques, domingo 14 de setiembre de 1997.

Links:

http://humano.ya.com/superchatarra/edanteriores/noviembre2003/laargentina.htm (muy detallado artículo).
http://www.ara.mil.ar/historia/origen.htm (página de la Armada Argentina).
http://www.launion.com.ar/230502/230502cue00a.htm (sobre el supuesto intento de rescate de Napoleón).
http://www.elhistoriador.com.ar/ (sitio del historiador Felipe Pigna)
http://www.cibernautica.com.ar/historias/index.htm (algunos relatos del viaje alrededor del mundo)
http://www.argentinidad.com/biografias/buchardo.htm (atención: contiene un error de fecha y lugar de nacimiento de Bouchard).
http://culturitalia.uibk.ac.at/hispanoteca/Foro-preguntas/ARCHIVO-Foro/Patente%20de%20corso.htm (para saber qué es una patente de corso).
http://www.ville-bormes.fr/vivre-personnalites.asp (en francés; sitio de la villa natal de Bouchard)
http://www.noquartergiven.net/SJCmission.htm (en inglés; sitio de la misión de San Juan de Capistrano, célebre para los fans de la serie "El Zorro" con Guy Williams). Hay fotos del "festival" que recuerda el asalto de los corsarios argentinos.
http://www.missionsjc.com/pirate.html (en inglés, similar a la página anterior).

domingo, 19 de agosto de 2012

El gobierno yanqui hace todo lo posible por tapar la verdad: lo que los dueños del mundo no quieren que se sepa.

Assange: "Le pido al presidente Obama que renuncie a la persecución contra WikiLeaks"


 Julian Assange agradeció al Gobierno ecuatoriano: personalmente al presidente Rafael Correa por el "coraje de darme asilo" y al ministro de Exteriores, Ricardo Patiño, por su ayuda. Agradeció a cada país del ALBA por su intención de defender el derecho a asilo.

 Assange agradeció a los ciudadanos de EE.UU., Gran Bretaña, Suecia y Australia ''por la fortaleza que me han dado'', "por seguir luchando por la justicia a pesar de que sus gobiernos lo obstaculizan".  Dio las gracias a "todo el equipo de WikiLeaks por su coraje" y a los miembros de su familia. "Siento que ahora estamos separados, pero pronto vamos a reunirnos", dijo. 

 “Le pido al presidente Obama que renuncie a la persecución en contra de WikiLeaks” , declaró. 

  "La guerra de Estados Unidos contra los reveladores de la verdad debe finalizar. El soldado Bradley Manning debe ser liberado por el gobierno de Estados Unidos. Él es un héroe y un ejemplo para todos nosotros. El miércoles pasado fue el 815 día desde que fue detenido sin un tribunal. El máximo plazo legal para tener a alguien detenido es 120 días. El jueves mi amigo Nabil Rajaab fue sentenciado a 3 años de cárcel por escribir un tuit. El viernes un grupo musical ruso fue condenado a 2 años de prisión por una 'performance' política. Es una unidad de opresión. Es necesaria una unidad para dar una respuesta", dijo Julián Assange. 

 Previamente el portavoz del fundador de WikiLeaks, Kristinn Hrafnsson, declaró que Julian Assange pensaba entregarse a Suecia si no le deportaban a EE.UU. Según el representante del australiano, esta podría ser "la base para las negociaciones".

 "Sería una buena base para negociar una manera de resolver este asunto que las autoridades suecas declararan que Julian nunca será extraditado de Suecia a EE.UU.", dijo Hrafnsson. A su vez el abogado de Assange, el español Baltasar Garzón, declaró a este respecto que "Assange está dispuesto a responder a la justicia, pero con las garantías que cualquier ciudadano tiene" y que el australiano "ha manifestado que va a reivindicar los derechos de WikiLeaks y de todos los que están siendo investigados". "Continuaremos apoyando y defendiendo el derecho fundamental de Assange al salvoconducto", dijo.

Fuente RT

La lucha de los pueblos: de la política del apartheid blanco a la unión fraterna de África.

Los pueblos unen  fuerzas en busqueda de la Tierra prometida


 Podríamos nombrar millones de problemas sociales y humanos que nos distinguen o nos hacen parecidos entre nosotros, en lo que respecta a la convivencia de la raza humana, en esta nueva era post-globalización, en donde la misma globalización cumplió llegando a todos los rincones de la Tierra, trayendo y llevando “cosas útiles”, más precisamente información importante para las personas que adolece de muchos conocimientos a ser compartidos. Aquí nombrare un problema que podría ser la raíz de muchos otros y que se basa en la discriminación de todo tipo: racial, sexual, política, social, entre otras. Cuyo órgano ejecutor propio de la mentalidad de las civilizaciones esclavistas es el Apartheid.

"Generaciones crecidas en la miseria, 
confinadas en precarios asentamientos, 
sin acceso a las oportunidades de que 
gozaba la población blanca, habían 
dejado según Biko una mella fatal 
en el espíritu de la población negra. 
Era preciso rescatar su autoestima 
a través de la educación y reestructurar 
los movimientos de lucha negros."
   El hombre suele buscar un nombre para cada uno de sus hijos, no podríamos concebir ni pensar que un hijo amado nuestro fuera una aberración de la naturaleza de donde proviene, pero el “Hombre civilizado” tuvo y tiene aún varios con distinta nomina, uno de esos nombres es el que ocupa a este tema.

 La civilización europea siempre se vio hermosa y ejemplar en un espejo de fantasía, regodeada en una realidad que ella misma se construyó, sus hijos - algunos de estos - son engendros que nos deja estupefactos a través de los siglos y el solo hecho de verlos como los dejan actuar nos merece el más sincero repudio, permitiéndonos a todos nosotros agachar la cabeza de vergüenza, porque detrás de cada acto de violencia siembra el miedo que nos paraliza.  No podemos lamentarnos todo el tiempo pero tampoco vanagloriarnos de algunas “victorias” que nos adjudicamos contra el egoísmo, la codicia, la envidia, entre otras cuestiones.

 En el Apartheid (palabra del vocablo anglosajón) se pueden ver las miserias humanas más crudas, podemos ver maximizadas a pleno; la codicia, el egoísmo, la marginalidad, la esclavitud, la muerte misma del alma comunitaria y cristiana. Esta palabra simplifica muchas acciones negativas que van en contra de la naturaleza humana de ser una sola y ejemplar especia humana, incapaz de separar a alguien de otro o de invitarlo a que conviva con “nuestras reglas”, “nuestras costumbres”, “nuestra fe”, etc. El mundo ha brindado muchos ejemplos segregacionistas durante su historia: todas las civilizaciones antiguas que echaron mano de la esclavitud sobre poblaciones desprotegidas; tenemos el caso del pueblo de Israel en la antigüedad, padeciendo el duro yugo de Egipto. Israel también fue separado y discriminado por el solo hecho de ser judíos, tanto en Europa, como en Asia y esto fue así durante toda su historia. Mucho más acá en el tiempo tenemos la política colonialista sobre el continente africano (etapa que comenzó en el siglo XIX y culminó en el XX con la independencia política de las colonias africanas subyugadas por las pujantes metrópolis europeas); América no estuvo ajena a esta hambrienta vorágine destructiva creada por el hombre y mucho después de abolida la esclavitud en los Estados Unidos, los “hombres de color”  vivían prácticamente sin derechos y segregados de la población blanca en la tierra de las oportunidades.   

Nelson Mandela.
 El caso que pudo haber tocado el corazón del mundo entero (por haberse llevado una campaña internacional activa) fue el caso sudafricano. Sudáfrica tuvo muchas luchas intestinas y por el dominio territorial como la denominada “guerra de los Boers” que tuvo varias partes, allí pudo verse las peores miserias: desde crueles matanzas a familias inofensivas a reclusión en campos de concentración de las mismas. Todo esto en un contexto separatista que el imperio británico no perdonó a los colonos holandeses: todo bajo un contexto de intereses económicos por la inmensa riqueza que escondía el territorio más austral de África. En fin, en el medio la población negra, que sabia que algún día enfrentaría al invasor europeo segregacionista dejando la puerta abierta para desarrollar su propia lucha contra la esclavitud y la imposición del apartheid blanco.

Patrice Lumumba, héroe de la 
liberación y la unidad africana,
originario del Congo belga, peleo
heroicamente contra el ejercito de 
paracaidistas belga que pretendía
detener el imparable proceso
         emancipador africano.
 Habiendo entrado en la segunda mitad del siglo XX y con el auge de las revoluciones culturales y sociales que vendrían en esos años, comienzan a darse las guerras de independencia en numerosos territorios en casi todos los continentes: en Argelia se dio una de las más cruentas disputas por la soberanía, esta tuvo como resultado la derrota de Francia como potencia colonizadora en África del Norte. En esta desgraciada guerra hubo actos terroristas de parte de Francia (que ejercía el poder del estado en Argel) amedrentando a su población con torturas y matanzas. Otros casos de la lucha de los pueblos contra las potencias imperialistas, fueron: La Guerra de Biafra; la Guerra Colonial Portuguesa; la Guerra de la Independencia de Angola; la Guerra de Independencia de Mozambique; la Guerra de independencia de Guinea-Bissau; la Guerra de Ifni; La Guerra del Sahara Occidental; la Guerra de la Independencia Eritrea y la Segunda Guerra Civil Sudanesa (independencia de Sudán del Sur), entre otras. Entre los terribles crímenes a civiles desarmados por parte de la autoridad policial o militar del estado, cabe destacar la sangrienta matanza de Soweto (localidad o barrio de Sudáfrica, cerca de Johannesburgo y de totalidad de población negra) donde murieron asesinados cientos de personas en junio de 1976, luego de una manifestación pacifica contra el poder blanco represivo,  dando luego de este hecho mayor impulso a la lucha contra la política separatista del régimen autoritario que gobernaba Sudáfrica y que dio nacimiento a la política del apartheid. Entre sus más activos luchadores y mártires de la causa africana se destacan la figura de Nelson Mandela y del admirable luchador y activista: Steve Biko (1946 – 1977) 

Bandera de la Unión
Africana de Naciones.

  Otro país que mantuvo duras medidas raciales-separatistas durante muchos años fueron los Estados Unidos de América. Durante esos años de injusticia social hacia parte de la población de aquel país, aparecieron figuras emblemáticas de la lucha por los derechos civiles; los mas destacados protagonistas: el Reverendo Martin Luther King (asesinado en los 60´s por grupos vinculados al KKK*) y Malcom X. El primero se destaco por la predicación de la paz como instrumento de lucha y el segundo daría lugar a la resistencia y a la violencia como métodos de intimidación de la minoría negra oprimida contra la mayoría blanca opresora. 

*KKK: el Ku Kux Klan es el nombre que han adoptado varias organizaciones de extrema derecha en Estados Unidos, creadas en el siglo XIX, inmediatamente después de la Guerra de Secesión, y que promueven principalmente la xenofobia, así como la supremacía de la raza blanca, homofobia, el antisemitismo, racismo, anticomunismo, y el anti-catolicismo. Con frecuencia, estas organizaciones han recurrido al terrorismo, la violencia y actos intimidatorios como la quema de cruces, para oprimir a sus víctimas. (Fuente: Wikipedia)

Del autor del gorgojo critico.